El hombre unidimensional

Terminal es el nombre del cortometraje con el que un quincuagenario Christian Meier debuta como guionista y director cinematográfico. ¿Capricho costoso o decisión arriesgada?

Juan Luis Nugent
4 min readJan 4, 2021
Christian Meier dirigiendo al actor Joseph López (Oliverdog Entertainment/DIFUSIÓN)

“Con solo unas pocas semanas más de vida, se le ha pedido a Lucca (un inadaptado que está muriendo de una enfermedad terminal) que asesine a alguien. Entonces… ¿qué perder?”. Tal vez el principal problema con el cortometraje de Meier es que esa sinopsis de 30 palabras y confusa sintaxis con la que se exhibe en la plataforma Prime Video es, en la práctica, una descripción pormenorizada de lo que transcurre en los primeros 9 minutos. Poco más del 56 % de la historia de 16 minutos de duración está dedicada a repetirnos lo que ya sabemos de antemano.

La única diferencia entre lo que lees antes de darle play a la película y lo que ves hasta poco más de la mitad es que conoces al otro personaje que interviene en el relato. Y el diálogo entre ambos –sobre el que se sostiene todo el corto– solo tiene como finalidad que tengamos muy claras algunas cosas. Como que uno es bueno y el otro malo, por ejemplo.

Y mucho cuidado porque el malo (Joseph Lopez) es tan malo, que cada vez que abre la boca es para recordarnos que hace cosas malas y regodearse al respecto; tanto goza sus maldades, de hecho, que se ríe de ellas de la forma en la que solo puede hacerlo un genio maligno como este que tenemos ante nuestros ojos. El bueno (Stefano Meier), por su parte, es tan bueno que se queda sin palabras cada vez que el maloso habla. Solo atina a responder con balbuceos, monosílabos trémulos y repreguntas cargadas de angustias, como las que tiene una persona que es esencialmente buena, pero se encuentra en una situación límite. Ocasionalmente tose también porque es bueno tener fresco en la mente que se trata de un paciente terminal. Pero que eso tampoco nos distraiga del propósito central: recordarnos que su interlocutor es un ser incontrastablemente malévolo.

De ahí hasta el final, lo digo sin ánimos de spoilear, no pasa gran cosa realmente. El plot twist que Meier propone para cerrar se siente como una fallida recompensa por haber aguantado una conversación inverosímil y jalada de los pelos por tanto rato. La verdad es que, para ese punto, causa la misma sorpresa y gratificación que recibir un par de medias de dralón como regalo navideño.

Vano oficio

Ahora, si queremos ser un poco más generosos, es posible que tanto el desenlace, como el argumento mismo del corto y las líneas de sus personajes sean un discreto pero sentido homenaje. Un tributo a la que parece que es la principal influencia audiovisual del autor: series y películas que ha visto entre aviones, camerinos y habitaciones de hotel mientras actuaba en telenovelas, películas y comerciales por más de dos décadas. Para el ojo entrenado en ver los últimos quince minutos de cualquier capítulo de CSI mientras hace zapping, así se siente al menos. Como nota aparte, destaco que el guión esté en inglés, pues le ha permitido a Meier salpicar los diálogos con frases y muletillas típicas de policiales gringos que generan un efecto cómico involuntario que se agradece. Los dos últimos minutos son una delicia en ese sentido.

Honestamente, no hay mucho que decir sobre la primera película de Meier. Es un producto sin mayor sustancia que ha sido correctamente empaquetado para ingresar al circuito internacional de festivales y –todo hay que decirlo– el hombre ha invertido inteligentemente su plata en ese sentido: desde las clases de cine que tomó, hasta el equipo gringo que contrató para la realización, posproducción, sonorización y musicalización de su obra. De hecho, a juzgar por lo que dice en recientes entrevistas promocionales, Terminal tiene más sentido si se le ve como un reel promocional de la nueva faceta de quien amenaza con escribir o dirigir al menos 40 películas más.

Finalmente, otra forma de interpretar la razón de ser de esta reciente aventura cinematográfica es que forma parte de una narrativa mayor: el CMEU o Christian Meier Extended Universe, por sus siglas en inglés.

Se trata de un continuo espacio-temporal en el que coexisten su faceta de músico, actor, modelo, embajador de fragancias, comentarista político en redes sociales y, ahora, director de cine. Una sucesión de eventos planeados e imprevistos por igual en los que la única constante es la ubicuidad y exhibición permanente de su rostro y figura; una realidad corpórea que le ha permitido vivir en un mundo de fantasía.

Pienso que, en cierto modo, el devenir de la carrera artística de Meier es como el indescifrable acento al hablar que tiene ahora, tras años de rodajes y residencias temporales en otras latitudes: una consecuencia inevitable de convertirte en un producto de exportación altamente demandado. Lo que está por verse en esta nueva etapa (Fase 2 del CMEU) es si puede permitirse continuar por el mismo derrotero, pero esta vez sin mostrar la cara. Mucha suerte.

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Terminal

Año: 2019 (rodada en 2017)

Dirección y guión: Christian Meier

Protagonistas: Stefano Meier y Joseph López

Produce: Oliverdog Entertainment

Disponible en Prime Video y otras plataformas de streaming.

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Juan Luis Nugent

Periodista. Divulgación científica, televisión, música, cine y memes. juanluisnugent@gmail.com